El Desierto de Atacama en Chile es considerado el más seco del mundo. Te lo imaginas agreste y desolado, pues si, pero esta es una excepción. Desde octubre de este año un manto de flores le confiere una inédita señal de vida y un panorama único.
Miles de ‘suspiros de campo’ (nolana parradoxa) en tonos violetas y blanco y ‘añañucas’ amarillas (rhodophiala rhodocirion) emergen para vestir de color a la habitual palidez de sus tierras.
Se suman a esta fiesta de color miles de ‘garras de león’ (bomarea ovallei), una especie endémica de Chile de color rojo, y ‘patas de guanaco’ (calandrinia Longiscapa), que en varias tonalidades aportan su esplendor a este espectáculo de la naturaleza, que se suele producir cada cuatro o cinco años y que en esta ocasión ha alcanzado una intensidad no vista en décadas.
El fenómeno tendrís su declinación hacia principios de noviembre, cuando las plantas se sequen y nuevamente las semillas entren en un estado de “latencia”, a la espera de las lluvias del próximo invierno, las que quizás harán nuevamente florecer al desierto más árido del mundo.